lunes, 5 de abril de 2021

SOY UNA RESENTIDA SOCIAL

Soy una resentida social convencida de que serlo es mantener el rechazo y la indignación frente a la indiferencia dolosa de ciudadanos que, a pesar de contar con suficientes recursos económicos y sociales, que aseguran cuidados sanitarios adecuados y servicios de salud privados, se aprovecharon de bienes públicos para hacerse de insumos médicos y vacunas; indignación  frente a las carencias de una mayoría de ecuatorianos desempleados, sin un sistema de salud pública que facilite atención gratuita y de calidad, ciudadanos que no tiene otro remedio que enfrentar la sobrevivencia cotidiana de no morir de hambre y no morir con COVID19; e, indignación frente a un gobierno que no ha reaccionado de forma adecuada ante la crisis, de toda índole provocada por la pandemia, permitiendo el descontrol fraccionado, sin una autoridad central, que tome medidas nacionales para enfrentar la crisis en forma equitativa, e informe transparentemente a la ciudadanía.   

No se trata de odios personales, ni de rencillas políticas sino del rechazo a la impunidad que aún ronda las calles de Guayaquil, en que cientos de habitantes fallecieron sin que, hasta el momento, algunos de ellos siquiera hayan recibido sepultura, convirtiéndose en el polvo bíblico anónimo con que se trata de cubrir la negligencia y el descuido de las autoridades de turno. Es el resentimiento por la inacción gubernamental y aún más hacia una casta económica que impertérrita se declaró incapaz de despojarse de mezquindades y reconocer que el bien común, igualitario y sin exclusiones también le favorece.

La rebeldía social que significa que el 42,8% de la población ecuatoriana está en pobreza, sin acceso a salud, educación y otras condiciones para una vida digna, que 1 de cada 2 niños están en hogares sin protección social, en familias sin fuentes de ingreso, acrecentándose el riesgo de sufrir alguna forma de violencia, mientras que sectores financieros fueron los que ganaron de forma sostenida; y, que a pesar de ello, los gobernantes aprobaron leyes, que lejos de proteger a los que están en mayores condiciones de riesgo, se volvieron blindajes para intereses económicos, que hoy pretenden permanecer en el poder ya sin la mediación o disfraz de terceros.

La indignación porque el 48,6% de la población que produce lo hace desde la informalidad, y el 23,4% desde el subempleo, y no son emprendedores son sobrevivientes a una desocupación que supera la tasa del 13%,  la segunda tasa mas alta en la región, mientras que no existen medidas estatales para alentar el empleo y los grupos financieros celebran estar al día en el pago de la deuda externa, a pesar de que el propio Fondo Monetario Internacional y otras entidades internacionales han hecho llamados a aliviar y no priorizar estos pagos. 

Nos vendieron, por medio de empresas o medios de comunicación masiva, la idea de un Estado obeso, cuando solo el 10% del trabajo en el Ecuador era público, porcentaje que ha ido decreciendo hasta situarse en el 8% y bajando, y nos dejaron sin servidores públicos que brinden atención en salud, cuidado, seguridad y enseñanza. La mentira y la manipulación de la información es descarada e indigna, y resiente porque un pueblo desinformado está a merced de los que conocen y ocultan.

Y es que el resentimiento social, sirve para no permitir que se nos normalice la injusticia social, para no condenarnos a nosotros y a nuestros hijos la desidia de la resignación y sojuzgamiento. El resentimiento social, tan descalificado es en realidad la utopía que sirve como el horizonte, para avanzar. 

Recuerden cada cuatro años los anónimos nos transformamos en decisión. Entonces tenemos el poder de elegir, de castigar o premiar gobernantes y líderes, de cerrar las puertas a quienes no explotan o abrirlas a quienes nos sirven. Y es que el resentimiento social se traduce en un voto, en cientos de votos a favor de quienes defienden nuestra vida, nuestra salud, nuestra educación. Cada cuatro años los resentidos sociales votamos con esperanza. 


Escrito por: Consuelo Bowen Manzur. 

Twitter: @consuemary